Humanidad y desafíos del siglo XXI

La humanidad ha enfrentado a lo largo de la historia adelantos tecnológicos que han amenazado los puestos de empleos. La Revolución Industrial, a finales del siglo XVIII, trajo preocupaciones sobre las pérdidas de empleos en la agricultura y la artesanía. La automatización de las fábricas y el avance de las computadoras también generaron inquietudes sobre el reemplazo de algunas funciones que antes eran desarrolladas por seres humanos. Es cierto que los avances de la ciencia han hecho más eficiente la operación de las empresas y han generado nuevas oportunidades laborales; sin embargo, han provocado pérdidas de algunas fuentes de empleo. Y las nuevas oportunidades laborales únicamente son aprovechadas por las personas que están mejor preparadas para los nuevos retos y configuraciones del mercado laboral.

Actualmente, las condiciones son óptimas para que la inteligencia artificial tenga un crecimiento acelerado. Es evidente cómo esta tecnología está abriendo su camino con aplicaciones en casi todas las actividades económicas. Se puede ver cómo la inteligencia artificial es utilizada para auxiliar diagnósticos médicos, mejorar el control del tráfico, analizar portafolios de inversión, entre otros.  En ese sentido, todos los seres humanos se deben preparar; y así, aprovechar los adelantos tecnológicos. Las personas que sobrevivirán en este mundo, cada vez más competitivo, serán quienes tengan las capacidades para aplicar correctamente las herramientas tecnológicas en sus labores.

Para las instituciones que estamos relacionadas con la formación de los futuros profesionales, tenemos el reto de preparar a los egresados que la sociedad necesita; es decir, con una formación sólida que les habilite para ser competitivos en la nueva realidad. Es necesario que los profesionales cuenten con una combinación de habilidades técnicas, conocimientos en dominios específicos y habilidades blandas. Algunas de estas competencias incluyen: comunicación efectiva, colaboración, aprendizaje continuo, pensamiento crítico, resolución de problemas, ética y responsabilidad. Es imperativo que los conocimientos de programación, los algoritmos y el aprendizaje de máquinas sean combinados con la formación disciplinar. Una base sólida en competencias técnicas específicas, sin conjugarlas con las habilidades blandas, no asegurará que un profesional pueda generar valor agregado a las organizaciones. La capacidad de agregar valor a una empresa marcará la diferencia; asimismo, permitirá a los seres humanos adaptarse y sobrevivir a la nueva revolución tecnológica.

El desarrollo de las competencias no es una tarea fácil; no obstante, si se trabaja de manera articulada en las diferentes etapas de desarrollo del ser humano se podrían obtener resultados excelentes. Esto incluye a la familia, escuelas, colegios y universidades. No menos importante es el rol de la educación continua. Una de las habilidades requeridas es el aprendizaje continuo. Los profesionales tienen el deber de actualizarse constantemente para mantenerse al día con los nuevos adelantos tecnológicos y los propios de la disciplina. De nuestro lado, estamos enfocados y comprometidos a formar los futuros profesionales que la sociedad necesita para afrontar los retos y desafíos presentes y futuros.